Por: Nassib Yahya Orozco
Hace un par de semanas, recibimos la noticia de que el Intitulo Federal Electoral desaparecía, dando paso al nuevo INE(Instituto Nacional Electoral). Lo que parece solo una decisión política más, trae de fondo un grave problema de marca que ninguno de los que tomaron esta determinación se tomo el tiempo en analizar.
Primero ¿Qué es la marca?.
Bueno, sin entrar en tanta pesada teoría, la marca además de representar un signo de pertenencia de las empresas y organizaciones, permite que sean identificados con mayor rapidez los bienes o servicios que ofrecen, logrando un sentimiento de posesión entre sus clientes y colaboradores, permite quedarse en la mente de ellos. En pocas palabras es la esencia de una organización.
Al cambiarla, modificarla o desaparecerla, se corre el riesgo que toda esa credibilidad, poca o mucha que se haya conseguido termine en un cesto de basura. Si hablamos de una marca con 20 años de existencia pues es un tremendo "harakiri".
El IFE, durante dos décadas, se enfocó en promover la creencia de transparencia en cada elección, construyendo una identidad, la cual muy probablemente con el cambio de nombre se perderá ahora si por completo.
El presupuesto es el mismo, el procedimiento el mismo, todo es lo mismo, pero con otro nombre, ósea, camina como pato, grazna como pato, parece un pato, pero le llaman ahora ganso. Pudiendo solo formar una organización independiente, que coadyuvara a la par al Instituto Electoral, se decidió desvanecerlo y con el todo el trabajo logrado en cuestión de marca.
La desaparición de este ente gubernamental, lo único que traerá consigo es la evanescencia de la identidad que ya tenia la sociedad mexicana con su institución, la credibilidad que se poseía en un corpus ya existente, al cual le había costado mucho lograrla.
La aniquilación del instituto Federal Electoral, trae consigo la perdida de una marca que había logrado su cometido.
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