Por: Corinna Acosta
Aceptémoslo, si hablamos de mujeres y publicidad lo más probable es que de inmediato lleguen a nuestra mente modelos altas y delgadas con características que poco tienen que ver con el promedio y que siempre están preocupadas por maquillaje, tacones altos y un perfecto príncipe azul. Estamos tan cansados de ello que ni siquiera nos hemos detenido a dar la vuelta a la moneda para darnos cuenta que el otro lado también esta cargado de violencia y estereotipos.
No sólo pasamos de ama de casa a profesionista o empresaria, pasamos de la extrema amabilidad a la histeria, de la dulzura a la violencia y de víctimas a villanas en tan sólo unos años, como si elimináramos por completo la existencia de la diversidad y pudiéramos clasificar a los seres humanos en base a una única etiqueta por persona. Pero ¿Y qué rayos tiene esto que ver con marketing?
Si bien es cierto que muchas empresas han realizado valiosos esfuerzos por promover el empoderamiento de la mujer y liberar su comunicación de los roles sexistas impuestos a lo largo de los años, también existen otras que lo han distorsionado hasta llegar al hembrismo que literalmente invierte los papeles y somete al hombre a la voluntad femenina.
El ejemplo más claro de ello sin duda es English Lady, la marca de desodorantes que al lanzarse al mercado bien pudo basar su comunicación en una especie de contra ataque ante el machismo que Axe ha explotado por años.
Sin embargo este término está tan poco posicionado en la mente de la población mexicana que el feminismo se ha rodeado también de sus propios paradigmas que lo identifican con la agresividad, las actitudes poco femeninas y hasta la homosexualidad.
Esta falta de información devalúa el feminismo de tal forma que aquello que comenzó como una lucha a favor de la equidad de género se convierta en una ideología igual de sexista que su contraparte masculina, por lo que no es de extrañarse que los movimientos contra los estereotipos comiencen a surgir también entre los hombres.
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